Control del Desgaste de las Fibras
Por Lic. Daniel Nielsen – 02477-15565313/02477-420877 – dan.nielsen@hotmail.com.ar
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Efectos secundarios de un mal lavado
La evaluación de un proceso de limpieza considerando de hecho que las manchas y la suciedad se han eliminado eficientemente. También tenemos que evaluar el desgaste ocasionado en la fibra, lo cual refleja el correcto uso de los agentes químicos y de la maquinaria.
El lavado rutinario de la ropa tiene efectos secundarios que no se perciben al principio. Sólo se observaran tras una determinada secuencia de lavados. Estos se enumeran así:
El deterioro en los tejidos, precisamente en la observación de la hilatura refleja la agresividad del proceso. Esta genera dos efectos concretos:
La agresión química se produce sobre el algodón por el empleo de agentes de blanqueo compuestos por oxidantes que se aplican en dosis inadecuadas y sin respetar las temperaturas correctas. Así, estas sustancias intensifican su poder y limpian algo más que la suciedad: corroen las fibras de algodón y las transforman de celulosa a oxicelulosa. Un estado en el que pierden su resistencia habitual y, por tanto, reducen su vida útil.
La carencia de acción dispersante en los productos limpiadores afecta la deposición de la suciedad, de modo que ésta produce el mismo efecto que las incrustaciones calcáreas. Que en conjunto estas formaciones dejan la prenda áspera y le aportan un tono grisáceo.
TRATAMIENTOS VIOLENTOS
La agresión mecánica sucede cuando el operario no maneja bien la carga (relación de baño). Entonces los agentes tensioactivos humectan la fibra, que se aumentando su volumen más de lo habitual, para remover la suciedad. El roce hace el resto: intensifica la acción disolvente y conlleva un mayor desgaste del material.
El método más simple y preciso para controlar los comportamientos de los químicos consiste en observar la ropa al salir de la lavadora, antes de plancharla. Se trata de una calificación cualitativa que permite determinar la presencia de residuos y el estado del tejido. Aunque no puede interpretarse como una medida cuantitativa y aplicarse en la comparación de procesos o productos. En estos casos, lo más eficaz es analizar durante un tiempo el tratamiento y los niveles de rechazo, el estado de los cilindros de las calandras y, por fin, el aspecto gradual que adquiere la ropa.
Existen testigos pre-tratados (agredidos específicamente para su análisis) con los cuales el técnico puede alcanzar una valoración más “adecuada”. Ello, porque conoce el tipo de suciedad y el grado en que están saturados de la misma. Esta estimación se logra con exactitud en el laboratorio, donde se conoce la carga completa. Pero un testigo en una máquina industrial, donde se desconoce la intensidad y calidad del tipo de suciedad que contiene, impide determinar cómo agotaron su capacidad de reacción los productos químicos. Tampoco permite identificar si el tiempo asignado fue el correcto para la medición. Además, se complica desarrollar estas comparaciones en medio de la rutina de una planta, mientras que en el laboratorio resultan más accesibles. Durante el trabajo, la observación directa aparece como el método más confiable.
En el ensayo cabe considerar dos aspectos:
El deterioro mecánico o desgaste mencionado se mide en laboratorio a partir de ensayos de resistencia a la tracción y desgarro, y la pérdida en el grado de polimerización. Éste último proceso produce el debilitamiento del algodón cuando está mojado, lo cual se debe a la inversión de la condición natural de la fibra; y responde a causas químicas y mecánicas.
La variable que controla la acción mecánica de un equipo es la relación de baño: litros de agua por kilogramos de ropa seca. La misma surge de la etapa de lavado y el tipo de máquina lavadora que tenemos.